El matrimonio perdido

Giselle estaba hecha pedazos y poco después aparecieron algunos casos de coronavirus en Argentina. Inicialmente eran italianos que llegaban a Buenos Aires desde Milán, había unas pocas decenas, pero luego el gobierno cerró todo allí también, aunque Giselle ya había decidido cancelar el matrimonio.

¿Qué sentido tiene celebrar cuando el mundo que te rodea está en estado de fibrilación? La gente no se hubiera quedado callada, los invitados no hubieran disfrutado de ese momento de celebración… y sobre todo hay cosas que no podemos controlar. Por mucho que tratemos de organizar algo hasta el más mínimo detalle, planifiquemos el futuro y tratemos de dominar el tiempo y el espacio a nuestro antojo, la vida no depende únicamente de nosotros, hay cosas que se nos escapan de las manos.

Imaginar planear todo sería como pensar en agarrar agua. Se escapa, no se puede capturar, simplemente deja una sensación de «humedad» en las manos, a veces agradable, a veces no. Entonces, la situación que estamos experimentando … y luego podríamos aceptarla por lo que es. La vida es impredecible.

La belleza de lo impredecible

Pensé en cuando con Giselle habíamos organizado un viaje a Turquía y hubo un golpe de estado. Así que propuse un viaje en tienda, partiendo de Roma y llegando a Córcega. Cambiamos de sitio todas las noches, armamos y desmontamos la carpa, inflamos y desinflamos el colchón, comimos pescado, bebimos cerveza corsa, nos dejamos arrullar por el verano y lo que debió de ser un cauteloso «retroceso» se ha convertido en uno de los más hermosos viajes que hicimos juntas!

Cuando la cuarentena ya avanzaba en ambos países, hicimos una videollamada y pensamos en todo lo que pudo haber sido y no pudo ser en estos dos meses, en la complicada situación en Argentina, especialmente en los barrios de emergencia, donde no hay distanciamiento social y es uy difícil cuantificar víctimas, y en Italia, que es la tierra de sus antepasados ​​- todavía tan sacudida por el virus … una mirada triste se nos escapa y luego una sonrisa, porque así es la vida y nos da la oportunidad de tenernos cerca a pesar de la distancia.

A un océano de distancia, nuestros corazones están llenos de alegría al pensar en las vicisitudes que hemos pasado en estos diez años desde que nos conocimos, en el amor que ha llegado para los dos cuando ya casi no lo esperábamos, y haciéndonos a la idea de la próxima vez que nos podamos abrazar. La llevaré en coche a algún rincón de la hermosa Europa cantando una canción a los gritos y agradeciendo lo que tenemos: la una a la otra.